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Canelones Azulgrana

Bares, pionera en el fútbol canario

Porazul

May 3, 2021

«Si bien se ha avanzado un montón, el ambiente del fútbol sigue siendo machista»… Yenara Bares, la primera mujer árbitro en toda la historia de la Liga Departamental de Canelones. Así empezó la charla y es una de las muchas frases que marcan esta entrevista con quien imparte justicia en las distintas canchas del fútbol canario.

Tiene 23 años, es estudiante de psicología y debutó en el arbitraje el 3 de diciembre de 2016 (Campeonato sub 14). Siempre destacó y resaltó la importancia de su padre, Emerson, en su elección, ya que supo tiempo atrás arbitrar también por estos lares. Ha transitado su camino lentamente, escalón por escalón, contando actualmente con actividad cada fin de semana en todas las categorías, incluída la mayor.

En tiempos de pandemia y sin fútbol por el interior del país, compartimos este mano a mano con una mujer que pone justicia entre los hombres…

¿El fútbol, en este caso canario, sigue siendo machista?

«En mi opinión, sí. Si bien se ha avanzado un montón en ese aspecto y las mujeres cada vez más nos vamos ganando nuestro lugar en este deporte, aún queda un largo camino para llegar a la igualdad . Aún así no considero que sea un problema específico del fútbol canario, sino que es un problema del fútbol en general».

¿Cómo han sido tus primeros cinco años en la Liga, pionera del arbitraje femenino en Canelones?

«Increíble como han pasado cinco años ya! En parte siento como que si hubiese empezado ayer, tengo pila de recuerdos de mis primeros partidos. En general creo que han sido muy buenos; crecí muchísimo como árbitro, he adquirido experiencia y las canchas canarias no solo han sido testigos sino que también han formado parte del proceso. Por lo cual estoy muy agradecida. Canelones es mi casa».

¿Cómo se prepara y se trabaja para imponer autoridad en un encuentro, más allá de los recursos que te benefician, como las tarjetas?

«Aunque lo que más se ve desde afueras son las tarjetas, nuestra principal arma es el reglamento. Al menos a mi es lo que me da seguridad para tomar decisiones. Lo segundo más importante es el trabajo en equipo, aunque es el árbitro central quien tiene mayor responsabilidad que sus asistentes. Lo dicho junto con el silbato, nuestra voz, serían las herramientas».

¿Qué miedos o barreras has logrado romper en este período?

«Pensé que los nervios, pero creo que eso no se supera. Antes de entrar a la cancha siempre existen. Creo que el miedo que sí superé es a la categoría mayor. Mi primer encuentro en primera, en calidad de asistente, fue en cancha de Wanderers de Santa Lucía y la verdad que la pasé mal. La gente se hace sentir mucho».

¿Te has sentido discriminada o sentiste que se te haya faltado el respeto por jugadores, entrenadores o dirigentes durante o post partido?

«Rotundamente no y lo he dicho siempre. Si bien siento que con algunos compañeros si se les va la moto, al menos conmigo las críticas han sido siempre moderadas y dentro de lo esperado, por lo cual estoy muy agradecida».

¿Dónde se centra el mayor respeto, en juveniles o en mayores?

«Creo que es en general. Lo más grandes puede que se tomen más libertades, pero los jóvenes que me conocen son iguales. Yo tengo mucho más contacto con categorías juveniles. Tener un buen diálogo con los jugadores considero que es lo adecuado y en mi experiencia hace que los partidos salgan mejor. No tengo preferencia, pero la meta siempre es la mayor».

Cuando hay un grave o llamativo error de tu parte en un encuentro, que luego confirmas en imágenes o en diálogos con tus compañeros, ¿Cómo lo asumís y cuánto te pesa en el siguiente partido?

«Me considero muy autocrítica. Cuando me mando alguna macana me doy cuenta enseguida e incluso a veces en cosas que nadie más percibe. Siempre estoy hablando con mis compañeros sobre cómo me ven desde afuera, qué debo mejorar o ajustar, principalmente en el entretiempo. Cuando salgo de la cancha tengo a mi mayor crítico que es mi padre. Cuando me equivoco en cosas que inciden en el resultado la verdad que no la paso bien, pero errores vamos a tener siempre. Como dice Fernando Bonilla ´nuestro trabajo es minimizar esos errores» y para eso trabajo partido a partido».

¿Cómo te describís técnicamente como jueza?

«Difícil de contestar… Al principio desbordaba carácter y con el tiempo me he afianzado, aunque no lo he perdido. Antes amaba sacar tarjetas y ahora prefiero no tener que hacerlo. Me gusta mucho prestar atención a las posturas y al posicionamiento en cancha porque es de suma importancia, tanto para darle seguridad a los jugadores como para tener la menor incidencia en el cotejo. Ganar 5 a 0 para mi es irme tranquila de que hice un buen trabajo».

¿Qué arbitro mujer tenés como referente?

«Claudia Umpiérrez como árbitro y como asistente Lucía Mascaraña. Tuve el placer de conocerlas y son excelentes personas, aparte de grandes profesionales. Le debemos mucho porque ambas han abierto muchas puertas, no solo a nivel nacional sino que también en lo internacional, demostrando que las mujeres somo tan buenas o incluso a veces mejor que los hombres en el arbitraje».

¿Le recomendarías a las mujeres interesadas que se sumen al arbitraje?

«¡Por supuesto!. Mi sueño canario siempre fue llegar a lograr una terna femenina, sería buenísimo tener compañeras mujeres. Al principio es cuestión de animarse que otra cosa y a veces estar totalmente rodeadas de hombres puede ser íntimidante. Por suerte para mi nunca fue un impedimento y aprovecho para destacar a mis compañeros que han sido fundamental en mi proceso de crecimiento».

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